Fuente: www.eluniversal.com 19 de enero de 2009
Mi encuentro con el investigador alemán Winfried Meir se realizó en el Jardín Botánico de la UVC, en el banco de genética de la institución, rodeados de filas de archivadores mantenidos a una temperatura controlada y que guardan uno de los tesoros nacionales más importantes, el germoplasma de nuestras especies vegetales. Varios científicos trabajaban en sus mesas mientras conversábamos sobre un tema que, para el grupo conservacionista la Red Ambiental Ávila, nos es más caro, el futuro de nuestro parque nacional. Y es que el parque nacional El Ávila cumple 50 años de existencia y estamos haciendo una jornada de evaluación que nos permita elaborar programas de auxilio y conservación para este magnífico portal natural de nuestra ciudad capital. Mi primera sorpresa fue la declaración de Winfried al decirme que, aún con todos los problemas que atentan en contra de la integridad del parque, el mismo goza de buena salud y que en comparación con otros parques nacionales en el mundo, el nuestro se mantiene en buen estado, a pesar de su cercanía con una urbe tan compleja como Caracas, lo que no implica que no hay trabajo por hacer; al contrario, el propio Winfried ha detectado graves problemas en la parte este del parque, la que se extiende sobre Guarenas y Guatire, quizás la menos conocida por ser la más alejada, la menos vigilada, pero al mismo tiempo la que se mantiene sin intervenciones humanas… hasta ahora.El profesor Meir me enseña las fotografías de los sembradíos de mandarina que desde la población de Araira arrancan hacia la parte alta de la serranía de manera desordenada, y están poniendo en peligro la frontera más oriental del parque. La tala y la quema ya están alcanzando las cumbres de la Fila Maestra desde Salmerón, destruyendo bosques primarios, justo en los límites con el parque. Cuando le pregunto cuál es el problema más inmediato de la montaña, me responde: los incendios. Los bosques del Ávila no tienen defensa alguna en contra de los incendios como en otros bosques, que asimilan y hasta dependen de los incendios para su sobrevivencia, sus sistemas naturales simplemente desaparecen con la candela, los árboles de sombra son sustituidos por sabanas creando problemas de más incendios y una rápida erosión de los suelos, la presencia de los helechos y del capím melao (la gramínea morada que le da ese color particular a la montaña) es síntoma de peligro de incendios, pues son especies altamente combustibles. Estar preparados para combatir los incendios es prioritario, el peor incendio de que se tenga memoria, el de 1968, el fuego casi llega hasta el Pico Oriental destruyendo parte de los bosque nublados.El Ávila es uno de los parques nacionales con más especies endógenas, una quinta parte de las flores de Venezuela se pueden encontrar en sus bosques, hay documentadas cerca de tres mil especies de plantas, casi el mismo número que tiene Alemania en todo su territorio; su riqueza natural es tal que, en cada tres días de colecta de especímenes, nuestros científicos encuentran una especie nueva, casi un récord mundial. Winfried se sorprende de que una montaña con tal potencial natural, no sea lo suficientemente exótica para algunos venezolanos, que prefieren viajar a las selvas del sur para satisfacer su necesidad de naturaleza y aventura.Winfried realizó su tesis doctoral en 1991 sobre El Ávila para la Universidad de Freiburg y ahora coordina el proyecto de los Bosques Nublados de la Cordillera de la Costa y es investigador asociado de la UCV, me comenta con cierta tristeza, "parte de mi trabajo consiste fundamentalmente, en estar presente en las fronteras de la destrucción de los bosques del mundo, mientras los árboles caen, yo estoy con un equipo catalogando lo más rápidamente posible las especies que están a punto de desaparecer…".El Ávila es rico en especies de orquídeas, palmas, musgos, líquenes que se encuentran en sus innumerables saltos de agua, y entre el umbroso follaje del bosque alto se pueden encontrar plantas que sólo existen allí y en ningún otro sitio; una persona con un conocimiento básico de ciencias naturales puede lograr horas de grandes satisfacciones en la observación y el estudio. Y es que el parque comprende una pared de piedra que se levanta desde el mar, hasta una altura de 2.765 metros, creando una serie de ecosistemas y microclimas de gran variedad. Los problemas de la intervención humana, las invasiones, la agricultura de subsistencia, el aprovechamiento de los recursos de manera ilegal pueden ser manejados aplicando con responsabilidad la Ley del Ambiente, educando a la gente y haciéndoles ver que lo que tienen en la montaña, es el tesoro más valioso de Caracas y Venezuela.
Mi encuentro con el investigador alemán Winfried Meir se realizó en el Jardín Botánico de la UVC, en el banco de genética de la institución, rodeados de filas de archivadores mantenidos a una temperatura controlada y que guardan uno de los tesoros nacionales más importantes, el germoplasma de nuestras especies vegetales. Varios científicos trabajaban en sus mesas mientras conversábamos sobre un tema que, para el grupo conservacionista la Red Ambiental Ávila, nos es más caro, el futuro de nuestro parque nacional. Y es que el parque nacional El Ávila cumple 50 años de existencia y estamos haciendo una jornada de evaluación que nos permita elaborar programas de auxilio y conservación para este magnífico portal natural de nuestra ciudad capital. Mi primera sorpresa fue la declaración de Winfried al decirme que, aún con todos los problemas que atentan en contra de la integridad del parque, el mismo goza de buena salud y que en comparación con otros parques nacionales en el mundo, el nuestro se mantiene en buen estado, a pesar de su cercanía con una urbe tan compleja como Caracas, lo que no implica que no hay trabajo por hacer; al contrario, el propio Winfried ha detectado graves problemas en la parte este del parque, la que se extiende sobre Guarenas y Guatire, quizás la menos conocida por ser la más alejada, la menos vigilada, pero al mismo tiempo la que se mantiene sin intervenciones humanas… hasta ahora.El profesor Meir me enseña las fotografías de los sembradíos de mandarina que desde la población de Araira arrancan hacia la parte alta de la serranía de manera desordenada, y están poniendo en peligro la frontera más oriental del parque. La tala y la quema ya están alcanzando las cumbres de la Fila Maestra desde Salmerón, destruyendo bosques primarios, justo en los límites con el parque. Cuando le pregunto cuál es el problema más inmediato de la montaña, me responde: los incendios. Los bosques del Ávila no tienen defensa alguna en contra de los incendios como en otros bosques, que asimilan y hasta dependen de los incendios para su sobrevivencia, sus sistemas naturales simplemente desaparecen con la candela, los árboles de sombra son sustituidos por sabanas creando problemas de más incendios y una rápida erosión de los suelos, la presencia de los helechos y del capím melao (la gramínea morada que le da ese color particular a la montaña) es síntoma de peligro de incendios, pues son especies altamente combustibles. Estar preparados para combatir los incendios es prioritario, el peor incendio de que se tenga memoria, el de 1968, el fuego casi llega hasta el Pico Oriental destruyendo parte de los bosque nublados.El Ávila es uno de los parques nacionales con más especies endógenas, una quinta parte de las flores de Venezuela se pueden encontrar en sus bosques, hay documentadas cerca de tres mil especies de plantas, casi el mismo número que tiene Alemania en todo su territorio; su riqueza natural es tal que, en cada tres días de colecta de especímenes, nuestros científicos encuentran una especie nueva, casi un récord mundial. Winfried se sorprende de que una montaña con tal potencial natural, no sea lo suficientemente exótica para algunos venezolanos, que prefieren viajar a las selvas del sur para satisfacer su necesidad de naturaleza y aventura.Winfried realizó su tesis doctoral en 1991 sobre El Ávila para la Universidad de Freiburg y ahora coordina el proyecto de los Bosques Nublados de la Cordillera de la Costa y es investigador asociado de la UCV, me comenta con cierta tristeza, "parte de mi trabajo consiste fundamentalmente, en estar presente en las fronteras de la destrucción de los bosques del mundo, mientras los árboles caen, yo estoy con un equipo catalogando lo más rápidamente posible las especies que están a punto de desaparecer…".El Ávila es rico en especies de orquídeas, palmas, musgos, líquenes que se encuentran en sus innumerables saltos de agua, y entre el umbroso follaje del bosque alto se pueden encontrar plantas que sólo existen allí y en ningún otro sitio; una persona con un conocimiento básico de ciencias naturales puede lograr horas de grandes satisfacciones en la observación y el estudio. Y es que el parque comprende una pared de piedra que se levanta desde el mar, hasta una altura de 2.765 metros, creando una serie de ecosistemas y microclimas de gran variedad. Los problemas de la intervención humana, las invasiones, la agricultura de subsistencia, el aprovechamiento de los recursos de manera ilegal pueden ser manejados aplicando con responsabilidad la Ley del Ambiente, educando a la gente y haciéndoles ver que lo que tienen en la montaña, es el tesoro más valioso de Caracas y Venezuela.
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