Fuente: www.el-nacional.com Caracas, 11 de marzo de 2010
El investigador Marcos Peñaloza-Murillo asegura que el fenómeno climatológico no influye en el aumento de las temperaturas
El Ávila ayer otra vez se perdió del perfil de Caracas. La calina no sale de la ciudad desde hace más de un mes y hay que esperar que finalmente llueva para que se limpie la atmósfera. Este fenómeno climatológico es habitual en la ciudad en época de sequía. La de partículas de polvo y cenizas, sin embargo, ha incrementado su densidad por los recurrentes incendios forestales que se han generado en el parque nacional El Ávila y en los cerros que circundan la capital.
"El incremento de la calina es producto de la quema de vegetación, de follaje y no tanto de madera en incendios forestales. En un examen a simple vista es de color blancuzco y su tendencia es a dispersar la luz más que a contenerla, por eso reduce la visibilidad. Los pilotos dicen que le temen más a la calina que a la neblina", explica el profesor de la Universidad de Los Andes, Marcos Peñaloza-Murillo, especializado en química atmosférica.
En opinión del científico no existen evidencias de que la calina pueda incrementar el calor en la ciudad, precisamente por su capacidad de dispersar la luz. Asegura que las investigaciones que se han hecho sobre los efectos atmosféricos de la quema de biomasa en países como Brasil, señalan que estas masas de aire propenden más bien al enfriamiento de la atmósfera. "Es necesario hacer mediciones del aire con calina para evaluar su incidencia térmica".
El calor que se está sintiendo en Caracas está relacionado con la influencia de El Niño y con la ausencia de las masas de aire frío del norte que refrescan el país de diciembre a febrero. "Esas masas no llegaron este año a Venezuela". Asimismo el régimen de vientos de la ciudad es débil. Peñalosa-Murillo agrega que en la ciudad también se produce el fenómeno local de la isla de calor, que consiste en un incremento de las temperaturas por los elementos artificiales que componen las urbes: vidrios, metales, asfalto. Según el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología las temperaturas en la ciudad oscilan entre los 32 grados centígrados, como máxima, y los 20 grados centígrados en las mínimas.
Con "n" y "m"
Calima y calina son sinónimos. Ambas acepciones han aparecido en los medios de comunicación durante las últimas semanas por la presencia de la nube blanquecina de partículas de cenizas y polvo en Caracas, común en temporada de sequía.
Ambas acepciones son acertadas. En Venezuela se le conoce como calina, por su nombre común. Es un fenómeno que está relacionado con el buen tiempo y la baja humedad en la atmósfera, cuando se acumulan partículas secas de características opalescentes. La palabra viene del latín "caligo" que quiere decir oscuridad.
El investigador Marcos Peñaloza-Murillo asegura que el fenómeno climatológico no influye en el aumento de las temperaturas
El Ávila ayer otra vez se perdió del perfil de Caracas. La calina no sale de la ciudad desde hace más de un mes y hay que esperar que finalmente llueva para que se limpie la atmósfera. Este fenómeno climatológico es habitual en la ciudad en época de sequía. La de partículas de polvo y cenizas, sin embargo, ha incrementado su densidad por los recurrentes incendios forestales que se han generado en el parque nacional El Ávila y en los cerros que circundan la capital.
"El incremento de la calina es producto de la quema de vegetación, de follaje y no tanto de madera en incendios forestales. En un examen a simple vista es de color blancuzco y su tendencia es a dispersar la luz más que a contenerla, por eso reduce la visibilidad. Los pilotos dicen que le temen más a la calina que a la neblina", explica el profesor de la Universidad de Los Andes, Marcos Peñaloza-Murillo, especializado en química atmosférica.
En opinión del científico no existen evidencias de que la calina pueda incrementar el calor en la ciudad, precisamente por su capacidad de dispersar la luz. Asegura que las investigaciones que se han hecho sobre los efectos atmosféricos de la quema de biomasa en países como Brasil, señalan que estas masas de aire propenden más bien al enfriamiento de la atmósfera. "Es necesario hacer mediciones del aire con calina para evaluar su incidencia térmica".
El calor que se está sintiendo en Caracas está relacionado con la influencia de El Niño y con la ausencia de las masas de aire frío del norte que refrescan el país de diciembre a febrero. "Esas masas no llegaron este año a Venezuela". Asimismo el régimen de vientos de la ciudad es débil. Peñalosa-Murillo agrega que en la ciudad también se produce el fenómeno local de la isla de calor, que consiste en un incremento de las temperaturas por los elementos artificiales que componen las urbes: vidrios, metales, asfalto. Según el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología las temperaturas en la ciudad oscilan entre los 32 grados centígrados, como máxima, y los 20 grados centígrados en las mínimas.
Con "n" y "m"
Calima y calina son sinónimos. Ambas acepciones han aparecido en los medios de comunicación durante las últimas semanas por la presencia de la nube blanquecina de partículas de cenizas y polvo en Caracas, común en temporada de sequía.
Ambas acepciones son acertadas. En Venezuela se le conoce como calina, por su nombre común. Es un fenómeno que está relacionado con el buen tiempo y la baja humedad en la atmósfera, cuando se acumulan partículas secas de características opalescentes. La palabra viene del latín "caligo" que quiere decir oscuridad.
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