Jose Acosta Guarda (El oso) Parques de La Julia
Revista del Domingo 2001, con fecha 01 de Septiembre de 1985.
Revista del Domingo 2001, con fecha 01 de Septiembre de 1985.
The Daily Journal, con fecha 26 de Mayo de 1985
Dos de los muchachos del Grupo Voluntario La Julia (Douglas Ramos entre ellos. Q.E.P.D.)
The Daily Journal, con fecha 26 de Mayo de 1985
The Daily Journal, con fecha 26 de Mayo de 1985
Tal vez pocos lo recuerden, pero el puesto de Guardaparques La Julia, en el Parque Nacional El Ávila, Caracas, tenía un Oso.
Si. Un oso. Un oso que lo cuidaba y protegía con su propia vida. Un oso que daba la bienvenida a todos los caminantes, turistas y excursionistas que pasaban por allí. Ese oso tenía nombre y se llamaba JOSÉ ACOSTA.
Para mi es muy difícil hacer este post sin soltar lágrimas de tristeza porque ese oso era como mi segundo papá...
José Acosta era un hombre fornido, de voz profunda y que daba miedo, al que conocí a mis 13 añitos y quien resultó ser amigo de mi papá en la marina, reencontrándose nuevamente en ese puesto de guardaparques (las vueltas de la vida, que le llaman).
No hubo excursionista que no tomara café hecho por sus propias manos (el mejor café que he probado) y al que José Acosta no aconsejara en su subida. Y si tenía que regañarlos lo hacía, no en vano era uno de los guardaparques más experimentados de la montaña.
Durante 10 años pasé mis fines de semana en La Julia. Entre rescate de heridos, buscar perdidos y apagar incendios. Mis amigos eran esos voluntarios, los inseparables perros de Acosta: Carlitos, Jorgito y Recogidito, la familia del oso que son hermanos para mi, y hasta los cunaguaros. Noches de dominó y café. Noches de asustar a los turistas que pernoctaban en el puesto (les hacíamos la típica broma de la sábana y la linterna jajajajaja)
En esos 10 años no querer a Acosta hubiera sido un pecado. Ese hombre nos enseñó el amor a la montaña, tanto como mi papá lo ha hecho desde que tengo uso de razón. El respeto que había que tenerle. Sus recovecos, los desastres ocurridos. Sus historias eran geniales, tan buenas como su café. No por nada llevaba casi 32 años allí.
De su mano, y desde la ventana de la casilla del puesto de guardaparques, pude ver por primera y única vez el gran venado de La Julia.
En fin que este oso, guió excursionistas, buscó heridos, muertos, perdidos, apagó incendios y dió su vida entera a esa montaña que tanto amó y enseñó a otros amar.
Sus hijos son mis hermanos hoy en día y lo digo con orgullo. La risa e incógnita de la gente cuando nos ve en la calle comparando el color de la piel nos hace reír, porque el color del amor, la amistad y lealtad es el mismo para nosotros.
Acosta dejó de ser el guardaparques de La Julia cuando su salud comenzó a resentirse, con todo y un implante de riñón, y se trasladó al puesto de guardaparques de Galindo, en Terrazas del Ávila, a donde lo seguimos cada fin de semana también.
Una noche, de hace unos 15 años, la gripe mal curada se convirtió en una neumonía canalla que nos quitó su gran sonrisa, su amor incondicional, su regaño paterno, su café delicioso...
No puedo dejar de llorar al recordarlo, pero casi instantáneamente recuerdo su risa burlona diciéndome: "Buuu. Bobitaaaa" y empiezo a sonreír.
La razón de este post, además de el amor que siento por él, es porque cuando se quemaba La Julia y Cachimbo lo recordamos mucho. Lo que hubiera hecho, dicho y organizado. Las veces que cortamos el cortafuego, apagamos incendios y reforestamos. Lo que nos enseñó.
El amor se expresa de diferentes formas. Mi amor por el Ávila va un poquito más allá. Lo he extrañado estando en otras tierras, como muchos de los que me leen, pero para mi fue mi segunda casa por mucho tiempo y verlo arder fue como ver arder mi propia casa, la casa del oso.
Espero poder ayudar hacer algo nuevamente para que el Ávila se renueve y sea verde otra vez. Espero sentir la sonrisa del oso cuando estemos todos reforestando, ayudando, previniendo y cuidando a su Ávila querido.
Espero poder...
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